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Ruta de 7 días por la Toscana y las Cinque Terre

Actualizado: 21 abr 2022

La Toscana es una de esas regiones que parece que esté pensada para ser recorrida con calma, parando tanto en las ciudades más importantes como en los pueblos más pintorescos. Nosotros aprovechamos un semana de vacaciones en agosto para hacer una ruta en coche de alquiler, tratando de encontrar los pueblos más bonitos de la Toscana y las Cinque Terre, ya en la costa de la región de Liguria.


El Mirador del Lago Puccini, cerca de Siena
El Mirador del Lago Puccini, cerca de Siena

Para llegar allí desde Valencia la mejor opción fue tomar un vuelo directo a Pisa con la compañía Ryanair. Una vez en Italia, alquilamos un coche con Europcar para movernos libremente por toda la ruta.


Al final del post os incluimos un mapa con los mejores lugares que encontramos en nuestro viaje para visitar y comer en la Toscana y las Cinque Terre.


Y si te preguntas cuánto cuesta un viaje a la Toscana en agosto, te diremos que viajar a esta zona en pleno verano no es barato, pero hay formas para ahorrar algo de dinero, por ejemplo, en los alojamientos. Nosotros buscamos quedarnos en hoteles a las afueras de las ciudades y movernos por ellas en transporte público o a pie, por dos motivos principales, los precios son más económicos que en el centro y la facilidad para encontrar aparcamiento gratuito mucho mayor.


FLORENCIA


Nuestra primera parada fue la capital de la Toscana, la que para muchos es la ciudad más bella de Italia, con el permiso de Roma. Y una de las primeras cosas de la que nos dimos cuenta al llegar es que estaba exageradamente masificada. Las colas para entrar a la catedral eran de varias horas, incluso si ya habías reservado tu entrada anticipadamente. Como no era nuestro caso y no queríamos dedicar 3 ó 4 horas a esperar de pie a que nos tocara entrar, decidimos que ya volveríamos en una época menos concurrida. En este caso Anna no quedó muy apenada, pues ella ya la había visitado interiormente años atrás.


Vistas de la Catedral de Florencia desde el Campanile de Giotto
Vistas de la Catedral de Florencia desde el Campanile de Giotto

Aún así, el edificio también vale mucho la pena por su exterior. Esta enorme iglesia ocupa gran parte de la superficie de la plaza en la que está ubicada, justo enfrente del Baptisterio de San Giovanni, una construcción octogonal en la que destacan las maravillosas puertas decoradas en bronce. La Catedral de Santa Maria dei Fiore es considerada una obra maestra del gótico y sobresale por encima del resto de construcciones que la rodean gracias a su enorme cúpula y al bonito Campanile de Giotto, independiente al edificio principal. Afortunadamente sí que pudimos subir al campanile, ya que el tiempo de espera era mucho menor y tuvimos unas vistas espectaculares de la ciudad desde lo alto de este anexo a la catedral.


El Campanile de Giotto
El Campanile de Giotto

Comimos cerca de allí, en I'Girone de Ghiotti, un pequeño local en el que había una buena cantidad de gente esperando en la puerta a recibir su schiacciata, un tipo de foccacia típica de la Toscana rellena de los mejores embutidos locales. Estaba delicioso, y a un precio sin competencia. Eso sí, hay que comer de camino o buscar un banco donde sentarse, ya que no tienen mucho espacio dentro.


Recorrimos los escasos 10 minutos a pie que nos separaban de la Galleria dell'Academia, donde si que habíamos reservado entradas con antelación. Llegamos con tiempo, ya con la previsión de que el proceso de recogida de entradas podía ser lento, pero fue más rápido de lo esperado y en poco tiempo estábamos atravesando salas repletas de hermosas esculturas, hasta que, tras uno de tantos giros y cambios de sala, vimos al fondo un tumulto de gente bajo la que probablemente sea la escultura más famosa del mundo, el David de Miguel Ángel. Nos quedamos impresionados por la altura de la escultura y por el detalle con el que fue tallada. Una verdadera obra maestra del Renacimiento.


Estatuas de la Plaza de la Señoría
Estatuas de la Plaza de la Señoría

Tras haber visto una de las grandes obras de la historia del arte, no encontramos mejor manera de seguir nuestro camino que en la Plaza de la Señoría, centro neurálgico de la vida de la ciudad y sede de los edificios civiles más importantes. La vista que más nos impactó fue la que pudimos tener desde arriba de la Logia, hacia las esculturas que guardan la entrada del Palazzo Vecchio. Una plaza muy especial.


Una de las ventajas de Florencia es que todos los puntos más emblemáticos de la ciudad quedan relativamente cerca, concentrados en el casco antiguo, así que no tuvimos que andar mucho para llegar a la Galería de los Uffizi, otro lugar en el que las colas de gente daban la vuelta al edificio. Otro must a visitar en un futuro para no perdernos las conocidas obras de Boticelli como "El nacimiento de Venus" o "La Anunciación" de Leonardo Da Vinci. Las cruzamos conmovidos por la maravillosa arquitectura con decoración neoclásica, vigilados por la pequeña estatua de Dante Alighieri, autor de la Divina Comedia.


El famoso Ponte Vecchio
El famoso Ponte Vecchio

Nada más cruzar esta galería nos topamos con el río Arno y pudimos contemplar una de las más míticas estampas de Florencia, el Ponte Vecchio, un puente medieval cuya construcción data del siglo XIV.


Cuando ya casi nos lo sabíamos de memoria, lo cruzamos y nos dirigimos a nuestro hotel, el Together Inn, en las afueras de la ciudad, donde nos relajamos antes de salir a cenar una exquisita carne a la brasa en un restaurante llamado Trattoria Za Za, recomendación de un amigo que pasó un año de Erasmus viviendo allí. Y es que pese a lo que se pueda pensar, la gastronomía toscana dista mucho de los estereotipos de cocina italiana y es muy rica en embutidos y carnes.


Fue un excelente colofón a nuestro ajetreado día en Florencia, donde nos hubiera gustado poder visitar alguno de los lugares que estaban muy llenos de gente, pero siempre es bueno dejar alguna excusa para volver a una ciudad tan bella como ésta.


SIENA


De Florencia partimos hacia Siena, que es, para nosotros, una de las ciudades más bonitas de la Toscana. Allí teníamos una cita con nuestra curiosidad viajera, ya que íbamos a tratar de asistir a la carrera de caballos más antigua del mundo, aunque no sabíamos muy bien cómo. Os lo contamos en otro post.


Descubre en el link si conseguimos o no asistir en directo al Palio de Siena en el centro de la Piazza del Campo.


SAN GIMIGNANO


La ciudad medieval de San Gimignano
La ciudad medieval de San Gimignano

En nuestro trayecto hacia la región de Liguria hicimos una parada para visitar uno de los pueblos más famosos de la Toscana, San Gimignano. La primera dificultad con la que nos topamos fue que aparcar era poco más que imposible y dedicamos más de una hora entre buscar un parking y hacer cola para entrar. Recomendamos acudir lo más temprano posible para evitar estos problemas.


Una vez conseguimos dejar el coche, nos adentramos en esta ciudad medieval amurallada y recorrimos sus bonitas calles hasta llegar a la más célebre de sus plazas, la Piazza della Cisterna, que toma el nombre del pozo de agua situado en el centro, que data del siglo XIII. La plaza está rodeada de edificios medievales en un magnífico estado de conservación.


Seguimos andando por San Gimignano, que estaba atestado de gente, quizá por encima de su capacidad, y nos dimos cuenta que los comercios habían mutado, probablemente de ser en su origen tiendas de productos locales, a dedicarse por completo a vender souvenirs y alimentos a precios muy por encima de su valor y calidad. Y nos preguntamos si realmente vale la pena acabar con las tradiciones a cambio del negocio que supone el turismo masivo para un lugar así, y qué opinarían de la situación actual las personas que lleven muchos años habitando San Gimignano y hayan visto como prácticamente ya no pueden ni pasear por su pueblo.


CINQUE TERRE


No fue sencillo ni barato encontrar un alojamiento en agosto en uno de los pueblos de las Cinque Terre y, después de mucho buscar, conseguimos un apartamento muy cerca de la playa, en Monterosso al Mare, la población más grande de las cinco que forman esta zona costera de la región de Liguria.


El camino para llegar a Cinque Terre desde Siena había sido muy agradable, con vistas a los Alpes Apuanos durante gran parte del recorrido, pero cambió completamente conforme nos acercábamos a esta escarpada zona de acantilados. En un primer momento intentamos, sin éxito, aparcar el coche en un parking de Riomaggiore y bajar a ver el pueblo, así que nos desplazamos directamente a Monterosso al Mare.


Monterosso al Mare, en las Cinque Terre
Monterosso al Mare, en las Cinque Terre

La primera de las dos noches que pasamos en esta localidad marítima sólo tuvimos tiempo de dar un breve paseo por una pequeña calzada frente al mar, pero esto nos permitió encontrar un restaurante con unas vistas preciosas al atardecer, donde decidimos sentarnos a cenar sin pensárnoslo dos veces. En L'Ancora della Tortuga pudimos disfrutar tanto de la comida como del entorno privilegiado.


A la mañana siguiente queríamos conocer la zona desde un punto de vista distinto, así que nos despertamos temprano, nos pusimos las zapatillas de caminar y comenzamos una ruta que nos llevaría, bordeando la costa, hasta el vecino pueblo de Vernazza.


En ningún momento perdimos de vista el Mar de Liguria a lo largo de la caminata, de menos de 4 kilómetros, que además circulaba sensiblemente elevada sobre el nivel del mar, lo que hizo que la entrada en Vernazza fuera doblemente espectacular, ya que poder ver este embaucador pueblecito desde las alturas fue una bonita experiencia. Respecto al sendero, hay que tener en cuenta que es de pago, es decir, no se puede recorrer libremente. Un forma de combinar el pago es sacar la Cinque Terre Card, que incluye otras ventajas adicionales.


Vernazza desde lo alto, en las Cinque Terre
Vernazza desde lo alto, en las Cinque Terre

Ya de regreso a Monterosso al Mare, tras ducharnos, nos pusimos los bañadores y fuimos a disfrutar de la playa por fin. Ésta estaba dividida en dos partes, una de baño libre, de escasos 20 metros de ancho y otra, mucho más amplia, donde era necesario pagar para poder quedarse en alguna de las hamacas. Como íbamos a pasar unas cuantas horas allí, decidimos pagar y disponer de un lugar donde dejar las cosas y relajarnos.


La playa es preciosa y cuenta con una barrera de rocas a 100 metros de la orilla, perfecta para quienes les gusta practicar la natación. Pero nosotros queríamos explorar un poco más allá, así que alquilamos un kayak con el que pudimos separarnos de la zona más concurrida y buscar pequeñas calas de aguas cristalinas, mucho más tranquilas por el difícil acceso a pie.


La escarpada costa de las Cinque Terre
La escarpada costa de las Cinque Terre

Por la tarde nos pasó algo muy similar a lo que nos había sucedido meses antes en Osaka. La suerte estaba de nuestro lado y esa noche había un festival de cerveza artesanal en el que participaban la gran mayoría de locales de Monterosso al Mare. Cada uno disponía de un par de cervezas, algo de comer y música en directo, todo ello a un precio muy asequible. El festival se llamaba Birrovagando y le daba al pueblo un ambiente muy animado, así que lo pasamos en grande recorriendo las callejuelas del centro con nuestro vaso de cerveza en la mano.


LUCCA


Después de dos días de relax en la costa, regresamos a la Toscana en busca de otra de las ciudades históricas de esta región. La verdad es que cuando llegamos, no sabíamos muy bien qué ver en Lucca, ya que era una gran desconocida para nosotros, pero cuando nos fuimos, lo hicimos encantados de haber decidido parar un par de noches en esta encantadora ciudad amurallada.


Pero antes de llegar, hicimos un alto en el mirador del Lago Puccini, un lugar al que no le encontramos excesivo interés, de no ser por las vistas al lago desde los muelles a la orilla del mismo. La gran ventaja fue que estábamos completamente solos en el mirador.


Lucca desde la Torre Guinigi
Lucca desde la Torre Guinigi

En Lucca elegimos de nuevo un alojamiento a las afueras de la ciudad, en una casa llamada Villa Toscana Il Pino, donde nos sentimos muy bien acogidos. La recomendamos a todo aquel que visite esta bella ciudad toscana. El primer día lo aprovechamos para descubrir el centro de Lucca, rodeado por una muralla construida entre los siglos XVI y XVII para defenderse de la vecina Florencia. Por suerte, nunca tuvo que ser utilizada, y en la actualidad sirve como paseo panorámico, ya que se puede recorrer por un jardín urbano situado en la parte superior de la misma, en un concepto muy similar al del parque High Line de Nueva York. Fue una forma ideal de hacer un reconocimiento inicial a la ciudad.


La Catedral de Lucca
La Catedral de Lucca

A continuación nos adentramos en las tranquilas calles del casco antiguo de Lucca, con sus bonitas torres, como la Guinigi, donde subimos para, desde el jardín de encinas de su piso superior, contemplar de nuevo la ciudad desde las alturas. A escasos 3 minutos de allí visitamos la Piazza Anfiteatro, una singular plaza ovalada construida sobre las ruinas del antiguo anfiteatro romano. Está completamente cerrada por los edificios que la rodean, dejando únicamente cuatro accesos peatonales, uno en cada esquina.


Es un lugar perfecto para sentarse a tomar un Spritz en alguna de las numerosas terrazas.


Completamos el tour por Lucca admirando la impresionante Catedral de San Martín, de estilo románico, muy similar a la de Pisa, que veríamos unos días después.


En definitiva, una ciudad que combina de manera magistral la tranquilidad y el descanso con un patrimonio histórico y arquitectónico muy rico.


ALREDEDORES DE LUCCA


Una de las grandes ventajas de disponer de coche de alquiler es que pudimos conocer lugares más escondidos y remotos y a eso exactamente dedicamos nuestro penúltimo día en la Toscana. Partimos temprano desde Lucca, en dirección norte, siguiendo la senda del río Serchio. Hicimos el primer alto en el camino en una iglesia del siglo XII, en Pieve di S. Giorgio, cerca de Brancoli, desde donde pudimos disfrutar de los verdes paisajes de la zona, todavía cubiertos de una ligera bruma matinal.


El Puente de la Magdalena, cerca de Lucca
El Puente de la Magdalena, cerca de Lucca

A los pocos kilómetros hicimos una nueva parada, totalmente obligatoria, para ver el impresionante Puente de la Magdalena o del Diablo. Este puente medieval, construido en el siglo XIV, destaca por la amplia luz de su arco principal, de más de 30 metros. Nos deleitamos un buen rato con la contemplación del río desde el punto más elevado de esta construcción, antes de continuar hacia Bagni di Lucca, una localidad famosa por sus aguas termales, donde dimos una vuelta antes de parar a comer.


El precioso puente medieval cruza el río Serchio
El precioso puente medieval cruza el río Serchio

Allí nos desviamos hacia el sur, separándonos del río para adentrarnos en unas carreteras secundarias rodeadas de vegetación por las que valió mucho la pena conducir, atravesando campos y pequeñas poblaciones. En una de ellas nos llamó la atención una figura gigante de Pinocchio, y es que habíamos llegado a Collodi, el lugar donde el autor del cuento pasó su infancia y del que tomó su apellido artístico (Carlo Collodi).


De regreso a Lucca nos detuvimos por última vez, en este caso en la Villa Torrigiani, en Camigliano, para contemplar está histórica villa del siglo XVI y, sobretodo, los jardines y el entorno que la rodeaban.


Este recorrido fue una magnífica manera de conocer la parte más oculta de la Toscana, esa que menos aparece en las guías y que te reconcilia con un turismo más sostenible y relajado.



PISA


Nuestro viaje a la Toscana estaba tocando a su fin, así que teníamos que ir pensando en acercarnos a la zona de Pisa, desde donde salía nuestro vuelo de regreso. Y cómo íbamos a desaprovechar la oportunidad de ver en primera persona la que posiblemente sea la torre más famosa del mundo.


Uno de los lugares más famosos de Italia, la Torre de Pisa
Uno de los lugares más famosos de Italia, la Torre de Pisa

Pisa nos pareció una ciudad mucho más caótica y desordenada que las que habíamos visto hasta ese momento. De hecho, no nos hizo mucha gracia dejar el coche con todas las maletas dentro, en un aparcamiento público lleno de personas "controlando" los vehículos. Pero no podíamos hacer mucho más y, por suerte, no pasó nada.


En ese momento ya habíamos decidido que no queríamos pasar excesivo tiempo en Pisa, así que caminamos rápidamente hacia la explanada en que se sitúan la Catedral, el Baptisterio y la célebre Torre Inclinada. Paseamos por allí, observando divertidos como la mayoría de la gente trataba de hacerse la clásica foto sujetando la torre. Hay que reconocer que el espacio es grandioso. Los edificios son muy hermosos y el lugar en que están ubicados rodeados de jardines muy bien cuidados todavía realza más su belleza.


Fue ahí cuando se nos ocurrió que queríamos pasar el tiempo que nos quedaba en la Toscana cerca del mar, alejados de tumultos. Tomamos el coche y condujimos hacia el oeste, sin un rumbo fijo. Y nos topamos con unos carteles que indicaban: Marina di Pisa.


Marina di Pisa, con su tranquila playa de piedras
Marina di Pisa, con su tranquila playa de piedras

Este pequeño pueblo costero nos sorprendió por su playa abierta de piedras blancas, su agua clara y, sobretodo, porque pese a estar a pocos kilómetros de Pisa, estaba prácticamente vacío. Nos tomamos nuestra visita a Marina di Pisa con total parsimonia, ya que teníamos tiempo de sobra hasta nuestro vuelo. Comimos en uno de los mejores restaurantes del viaje, el Teste & Lische, todo un descubrimiento, y recorrimos el frente marítimo disfrutando de la tranquilidad del lugar.


Con tiempo suficiente como para no ir apurados, salimos hacia el aeropuerto. Pero en un viaje, los inconvenientes pueden surgir en cualquier momento y, en la salida a la carretera principal hacia el aeropuerto, otro vehículo golpeó nuestro coche por la parte trasera y tuvimos que parar a hacer papeles para el seguro. En estos casos, es muy importante quedarse con los datos de la persona con la que se tiene el accidente, para que la compañía de alquiler pueda ponerse en contacto con su seguro y no nos toque pagar a nosotros. Llegamos al aeropuerto más ajustados de lo previsto, pero llegamos.


Y de esta manera tan inesperada concluyó nuestro road trip por la Toscana, un viaje inolvidable, lleno de contrastes entre lugares extremadamente turísticos y remansos de tranquilidad. La Toscana es una región maravillosa, con todo lo que un viajero puede esperar: naturaleza, cultura, gastronomía, arquitectura. Un viaje para dejarse llevar por el instinto y no renunciar a una parada en cualquiera de los rincones ocultos que ofrece ese precioso país llamado Italia.


A continuación te dejamos un mapa con nuestras recomendaciones de los mejores lugares que ver, donde alojarse y qué comer en la Toscana y las Cinque Terre:


Nuestra propuesta de recorrido para un viaje de una semana por la Toscana y las Cinque Terre es:

  • Día 1. Florencia

  • Día 2. Florencia y traslado a Siena

  • Día 3. Siena y San Gimignano

  • Día 4. Cinque Terre

  • Día 5. Lucca

  • Día 6. Alrededores de Lucca

  • Día 7. Pisa y Marina di Pisa

 

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