Después de haber disfrutado de unos días en la increíble ciudad de Chicago y de haber participado en su maratón, nos dispusimos a realizar un road trip de 6 días por el Medio Oeste de los Estados Unidos, considerado por muchos como "El corazón del país". Esta ruta, por una de las zonas menos turísticas del gigante americano, nos llevó por 4 estados diferentes (Indiana, Ohio, Pensilvania e Illinois), descubriendo parques naturales, nuevas ciudades, áreas rurales y joyas arquitectónicas del siglo XX.
DÍA 1. CLEVELAND (OHIO)
Arrancamos nuestra aventura bien temprano, ya que teníamos un largo día de carretera hasta Cleveland, cruzando de oeste a este el estado de Indiana hasta llegar a la segunda ciudad más poblada de Ohio, considerada como una de las más peligrosas de Estados Unidos.
Pero antes hicimos una parada para comer en Elkhart, un pueblecito del norte de Indiana, en una zona famosa por los asentamientos amish. Allí estiramos las piernas con un agradable paseo a orillas del río St. Joseph haciendo tiempo para acudir a comer de menú en The Vine, un restaurante que nos sorprendió por el agradable trato y la calidad de la comida.
Con las fuerzas renovadas continuamos nuestro camino por la Interestatal 90 hasta The Cleveland Hostel, nuestro alojamiento ubicado en Ohio City, un tranquilo barrio alejado del centro y lleno de casitas bajas y pequeños restaurantes. La primera impresión de la ciudad fue inmejorable. Justo frente al hotel tomamos el bus que nos llevó a Downtown cruzando el río Cuyahoga por un enorme puente que une dos zonas muy diferenciadas de Cleveland.
Nos bajamos en Public Square, una plaza cuadrada rodeada de rascacielos con un parque en el centro que nos pareció algo desangelado. No tardamos mucho en salir de allí en busca de lugares algo más atractivos, y encontramos, a escasos metros, otra enorme plaza dominada por la estatua Fountain of Eternal Life. Frente a ella, una gigante explanada de hierba perfectamente cuidada sobre el Huntington Convention Center cuya pendiente nos incitó a asomarnos al balcón que forma su zona más elevada. Desde allí contemplamos el Lago Erie, una de las fronteras entre Estados Unidos y Canadá, y algunos de los edificios más importantes de Cleveland, como el Ayuntamiento, el estadio First Energy o el Auditorio público.
Nos dirigimos al cercano Willard Park, un parque cuadrado donde se encuentra un sello gigante con la palabra FREE, un concepto muy necesario en los tiempos que corren en el gigante americano. Caminando hasta allí nos dimos cuenta que las aceras estaban llenas de referencias a los más importantes grupos de Rock&Roll, y es que Cleveland es también conocida por albergar el Hall of Fame de este estilo de música.
Desde allí comenzamos a alejarnos hacia el sureste por Euclid Ave, una amplia avenida que nos condujo a Playhouse Square, un lugar que acoge multitud de teatros con una larga tradición. El lugar está dominado por un enorme candelabro iluminado, el más grande del mundo situado al exterior, por lo que fue ideal llegar cuando el sol empezaba a caer. Además, esto hizo que el regreso por la avenida fuera más intenso, con los colores rojizos que se mezclaban con la oscuridad al fondo de la calle.
Concluimos nuestro recorrido en E 4th Street, una calle peatonal repleta de locales de monólogos, cafés, cervecerías y restaurantes. Un lugar ideal en el que nos costó decidirnos por un sitio donde cenar. Finalmente nos metimos en Butcher and the Brewers, donde además de que la comida estaba muy sabrosa, probamos una cerveza que nos dejó con la boca abierta. La Albino Stout es una cerveza rubia con todos los aromas y sabores de una potente cerveza negra. Una maravilla.
Antes de retirarnos a descansar aún tuvimos tiempo de subir a la terraza del hotel y admirar el impresionante skyline de Cleveland iluminado, lo cual fue un broche perfecto para nuestra breve estancia en esta urbe que había superado todas nuestras expectativas, y es que hay mucho más que hacer en Cleveland de lo que pensábamos.
DÍA 2. PITTSBURGH (PENSILVANIA)
Nuestro segundo día en ruta comenzó de nuevo muy temprano. Queríamos llegar con tiempo a Pittsburgh para visitar con calma el Andy Warhol Museum, un edificio completo dedicado a la vida y obra del famoso artista nacido en ésta, la segunda ciudad más importante de Pensilvania. El museo, estructurado en las diferentes etapas de la vida de Warhol, nos pareció muy interesante, así que las dos horas y media que le dedicamos se nos hicieron bastante cortas. Allí pudimos admirar sus obras más famosas del pop art e incluso experimentar con una prueba cinematográfica.
Aunque se hizo famoso por sus pinturas vanguardistas con un estilo único, Warhol destacó también en cine, escultura, música y en distintos medios de comunicación. Como el más conocido representante del pop art, este artista plástico se inspiró en la cultura de masas y el mundo del consumo para convertir los símbolos y objetos cotidianos en obras de arte.
A continuación fuimos al Airbnb para dejar las maletas antes de partir hacia la Fallingwater House, nuestra primera parada arquitectónica del road trip. Cargamos con unas exquisitas focaccias para llevar en Legends Eatery y emprendimos la hora y pico de trayecto hasta este lugar tan esperado.
En esta casa rodeada de naturaleza, una de las obras más memorables del arquitecto Frank Lloyd Wright, teníamos reservada una visita guiada que cumplió al 100% con nuestras expectativas. Fue emocionante recorrer el interior de la residencia proyectada para la familia Kaufmann y ver como la construcción está completamente integrada con su entorno natural, tanto de fuera hacia dentro como al revés, haciendo hincapié en cada detalle. Incluso gente no experta en esta disciplina, cualquiera puede quedar asombrada por esta maravilla arquitectónica construida entre 1936 y 1939. La Casa de la Cascada pretende armonizarse con su entorno natural proponiendo una sucesión de volúmenes que dan la impresión de levitar sobre el agua. Es la presencia física y espiritual de la persona y la arquitectura en armonía con la naturaleza.
Volvimos completamente maravillados, y llegamos a Pittsburgh cuando ya casi era la hora de ir a cenar, así que nos desplazamos a pie por la ciudad, casi desierta y medio a oscuras, hasta llegar al Strip District, la zona supuestamente más animada de la ciudad. Aunque el ambiente estaba un poco apagado, encontramos un restaurante jamaicano llamado Kaya. Cenamos estupendamente con una atención de 10.
A la mañana siguiente quisimos desquitarnos de la sensación de la noche anterior con un típico desayuno americano a base de panqueques al estilo crepe y patatas Lyonnaise en Pamela's Diner, muy cerca de donde habíamos cenado la noche anterior. El ambiente del barrio, pese a la lluvia, era muy diferente, animado por los trabajadores que se paraban allí a coger fuerzas. Cerramos nuestra estancia en Pittsburgh con una panorámica de la ciudad desde el Mount Washington y continuamos nuestra ruta con dirección a Ohio.
DÍA 3. COLUMBUS (OHIO)
De camino a la capital del estado se cruzó en nuestra ruta el Salt Fork State Park, el parque estatal más grande de Ohio, así que no pudimos decir que no a una parada rápida. Para nuestra sorpresa, cuando llegamos al aparcamiento, nos encontramos totalmente solos así que disfrutamos a nuestras anchas de las vistas al lago y las pequeñas montañas que lo rodean, así como de las águilas que nos vigilaban desde lo alto. Una buena forma de estirar las piernas antes de completar el trayecto hasta Columbus.
Nos hacía mucha ilusión llegar a Columbus (OH) ya que habíamos reservado una noche en un típico motel. Nos sentimos como en una película aparcando el coche en la puerta de nuestra habitación, que de largo era la más amplia del viaje, incluso más grande que toda nuestra casa.
Pese al frío y al viento, salimos paseando hacia el centro de la ciudad hasta alcanzar la zona del Ohio Theatre y el Ohio Statehouse, dos de los edificios más representativos de la ciudad. Allí reflexionamos sobre lo agradable que resultaba sentirnos como unos bichos raros visitando lugares poco turísticos en una época del año poco propicia para ello. Nos dimos cuenta que estábamos descubriendo unos Estados Unidos que no habíamos visto en nuestras estancias en Nueva York o Chicago.
Una vez habíamos rodeado el Capitolio caminamos hacia el norte por High Street hasta llegar al North Market, un mercado repleto de puestos de comida de diferentes procedencias entre los que nos costó un par de vueltas completas decidirnos. Finalmente comimos sentados en la barra de un puesto coreano llamado Momo Ghar. Comida exquisita elaborada delante de nosotros. De postre paramos en una tienda llamada Barrel & Bottle para probar unas cervezas locales. Y es que en esta zona de Estados Unidos hay una gran concentración de cervecerías artesanales.
Queríamos dedicar la tarde al German Village, un barrio muy curioso de Columbus, lleno de casitas bajas de ladrillo rojo y de tiendas encantadoras. Pero, nada más bajar del bus, se nos cruzó en el camino una preciosa chocolatería. La taza de chocolate caliente que compramos en Winans nos ayudó a sobrellevar el frío viento que nos estaba dejando helados.
El frío se nos pasó en cuanto comenzamos a pasear por las encantadoras callejuelas del German Village. Nuestra primera parada en el barrio fue The Book Loft, una casa convertida en una laberíntica librería. Un lugar en el que es fácil entrar, pero no tanto salir. Y es que sus estanterías llenas de miles de libros te atrapan incluso más que su compleja distribución. Fuimos incapaces de irnos de allí sin algunos ejemplares.
Continuamos adentrándonos en el barrio hasta llegar a una tienda de regalos llamada The Red Stable. Allí nos refugiamos del frío durante unos minutos, hasta que nos dimos cuenta que enfrente había una tienda de productos alemanes especializada en chocolate. Compramos unos bretzel cubiertos de chocolate que duraron en nuestras manos pocos minutos, los suficientes para acompañarnos hasta el Schiller Park, un tranquilo parque en el centro del German Village. Dedujimos, por la gente con la que nos íbamos cruzando, que se trataba de un barrio de alto poder adquisitivo.
Completamos el día cenando en Rockmill Tavern, un agradable restaurante del Brewery District, la zona de Columbus donde fueron abiertas las primeras fábricas de cerveza de la ciudad. Actualmente es una zona de moda para salir a cenar o escuchar música en directo.
DÍA 4. COLUMBUS (INDIANA)
De Columbus a Columbus. Paradógicamente nuestro siguiente destino en el road trip por el Medio Oeste americano también era Columbus, pero en este caso se refería a una pequeña ciudad de 45.000 habitantes en el vecino estado de Indiana.
El motivo de esta parada no era otro que la alta concentración de arquitectura moderna en esta población, lugar de peregrinación de cualquier persona interesada en esta materia. En Columbus se puede encontrar una biblioteca diseñada por M.E. Pei, la Oficina de Correos, obra del ganador del Pritzker Kevin Roche, una Estación de Bomberos de Robert Venturi o Iglesias construidas por Eliel Saarinen y su hijo Eero.
Nos alojamos en un Airbnb que resultó ser una típica casa americana con aspecto tradicional, pensada para disfrutar con la familia, que disponía de dos plantas y cuatro habitaciones, todas ellas muy espaciosas. Por supuesto, también contaba con un amplio garaje para poder guardar un mínimo de dos vehículos, jardín y trastero. Un concepto al que estamos acostumbrados a ver gracias a su aparición en gran cantidad de películas y series de la televisión.
Pero si una característica ponía el sello a la casa es que todos sus elementos constructivos eran prefabricados, formando la clásica estructura no adosada de cuatro fachadas, techos inclinados y estructura y cubierta de madera. En resumen, desde cualquier punto de la casa se escuchaba como caía una pluma en la habitación más alejada.
Al ser una ciudad menor, el servicio de transporte público no era muy bueno, así que todos nuestros desplazamientos los realizamos a pie. En pocos minutos nos encontramos en la zona sur de Columbus, donde se concentraban todos los lugares de interés. Allí comenzamos a cruzarnos con una gran cantidad de carteles informativos y recorridos entre las diferentes expresiones artísticas.
Empezamos nuestro tour parándonos en The Commons, un edificio público en el que nos llamó la atención su magnífico espacio de juegos para niños. Después nos acercamos a ver el Crump Theater, actualmente abandonado, pero con una preciosa fachada modernista mantenida y decorada con interesantes murales. A una manzana de allí visitamos la moderna Escuela de Arquitectura, situada frente al Ayuntamiento y los Juzgados.
Casi en cada esquina encontrábamos una escultura o una composición de elementos arquitectónicos perfectamente explicados, y es que casualmente habíamos coincidido con el festival Exhibit Columbus, que llenaba la ciudad con 18 instalaciones temporales de arte y arquitectura, cada una de ellas fascinante. Una casualidad muy bien recibida, pues prácticamente no nos dejamos ninguna por ver.
Hicimos un stop para comer en el Columbus Bar, uno de los locales más antiguos de la ciudad. Allí, en los clásicos sillones de restaurante americano, junto a una antigua barra de madera, comimos muy a gusto antes de dirigirnos al Columbus Visitors Center, donde habíamos contratado una visita guiada a la Miller House.
Esta casa, proyectada en 1953 por el arquitecto Eero Saarinen, fue otro de los hitos importantes del viaje. De nuevo pudimos darnos cuenta como, cuando se alinean los planetas y un arquitecto talentoso venido de Finlandia es contratado por un cliente abierto a habitar una casa de una manera diferente, se obtienen resultados que rompen con lo establecido. Cada rincón de la casa nos fascinó. Una mezcla entre un lujo restringido y un cuidado y llamativo uso del color, de la mano del interiorista Alexander Girard.
Miller necesitaba reflejar en su propia vivienda la nueva imagen que quería para su ciudad mediante una arquitectura moderna y trasgresora con lo establecido en las viviendas unifamiliares de Estados Unidos, como era nuestra morada aquellos días.
Miller era una persona con grandes influencias, defensor de los valores de igualdad social tanto a nivel nacional como local, siendo una parte muy activa dentro de la comunidad de Columbus. Así lo demostró con el encargo a Eliel Saarinen de la First Christian Church, construida en 1942. Esta fue una de las primeras iglesias proyectadas bajo la influencia de las ideas del Movimiento Moderno en Estados Unidos, con una arquitectura de influencia nórdica pero formalmente muy cercana a edificios como la Bauhaus de Gropius, en Dessau, Alemania.
Eero Saarinen y Charles Eames fueron los encargados de diseñar el mobiliario de la iglesia, así como las lámparas y varios elementos decorativos. Justo enfrente, en la plaza presidida por una gran escultura del famoso artista Henry Moore llamada Large Arch, se encuentra la Cleo Rogers Library, proyectada por Ieoh Ming Pei en 1966, que lamentablemente estaba cerrada por la celebración de su aniversario el día anterior.
No dejamos de pararnos en cada edificio que nos llamaba la atención, como el Irwin Conference Center, antiguo Irwin Union Trust and Bank, situado en el centro de la ciudad, también de Eero Saarinen. En él proyectó un edificio claramente inspirado en los principios de la arquitectura de Mies van der Rohe. Irwin Miller, quien convirtió a este pequeño pueblo de Indiana en un polo inesperado de arquitectura moderna, quería ofrecer a los habitantes de Columbus una imagen de banco accesible y en conexión con la gente, alejándose de la imagen de fortaleza inexpugnable que representaban la mayoría de los edificios destinados a este uso.
Justo al lado de este edificio nos entretuvimos con una de las instalaciones del festival que mostraba un conjunto de paneles explicativos sobre la importancia de las abejas en el mantenimiento del ecosistema global. De ahí sacamos nuestras propias conclusiones y nos concienciamos un poco más de la persistencia de estos insectos.
Ese día cenamos en Zwanzig Pizza y nos fuimos a descansar a nuestra casa prefabricada, donde escuchábamos incluso el ruido de los aviones que pasaban por encima a miles de metros de altura.
Nos dejamos la North Christian Church, el último edificio del arquitecto finlandés Eero Saarinen que nos quedaba por ver, para la mañana siguiente. Situada al lado de la carretera que conduce a la ciudad, se alza una esbelta aguja que crece hacia el cielo hasta llegar a una pequeña cruz de oro que la culmina, en contraste con la base robusta que se despliega hacia fuera, simbolizando la unión de lo terrenal con Dios.
La geometría de la iglesia es elegante en su simplicidad e ingeniosa en su disposición estructural. El interior tampoco nos decepcionó, por el juego de luces misterioso sobre el techo de hormigón liso que reflejaba las geometrías angulares de la planta. Esto, junto con la disposición de los bancos de madera de caoba alrededor del altar central, completaban el ambiente. Además, gracias a llegar temprano, lo pudimos ver completamente solos.
Una gozada de estancia en Columbus, donde por otro lado nos sentimos muy bienvenidos. El trato de la gente local, totalmente abierta al visitante rompió bastante nuestros esquemas o prejuicios sobre la hospitalidad de los americanos, especialmente los habitantes de zonas más rurales.
DÍA 5. OTTAWA (ILLINOIS)
Nos fuimos del estado de Indiana con muy buen sabor de boca y algo tristes porque nuestro viaje estaba llegando a su fin. Pero aún nos quedaban unas cuantas horas, así que decidimos disfrutarlas al máximo.
Como llevábamos varios días de ciudad en ciudad, tratamos de introducir un parque natural en nuestra ruta. Este fue el Starved Rock Park, en Illinois. Este parque nos pareció muy agradable para pasar el día en familia o para una relajada ruta a pie. Nosotros decidimos atravesar algunos de los impresionantes cañones en la primera mitad del camino, y regresar por un sendero elevado con vistas al río Illinois, sin dejar de observar las águilas que planeaban en el cielo esperando cualquier oportunidad para atacar a sus presas.
El parque está muy bien equipado con paneles informativos, incluyendo alguna leyenda que explica el nombre de Starved Rock, según la cual una tribu de illiniwek huyó a esta zona de un ataque enemigo, quedando atrapados en la montaña rodeada. Acabaron muriendo de hambre.
Por la tarde nos acercamos a Ottawa para cenar y dar una vuelta por la plaza donde se celebró el primer debate entre Lincoln y Douglas en 1858 en su carrera por un puesto en el senado de los Estados Unidos por el estado de Illinois. La zona está llena de murales y estatuas que rememoran este momento.
Cenamos comida típica americana en un ambiente muy local en Tangled Root, un restaurante que nos habían recomendado nuestros compañeros de viaje en Chicago. Nuevamente nos dimos cuenta de lo amable y acogedora que es la gente en estas pequeñas ciudades.
DÍA 6. CASA FARNSWORTH (ILLINOIS)
Para completar nuestro road trip arquitectónico habíamos dejado una visita con la que llevábamos soñando desde meses atrás cuando comenzamos a planificar este viaje. La Casa Farnsworth de Mies van der Rohe es una de las casas más importantes de la arquitectura moderna. Ese momento en el que, tras atravesar una zona boscosa totalmente aislada de cualquier núcleo de población, la casa casi suspendida en el aire apareció ante nuestros ojos, rodeada de los primeros colores del otoño, es algo que jamás olvidaremos.
Pudimos recorrer el interior, disfrutar con los detalles que reflejan la genialidad y la perfección del trabajo de este arquitecto alemán, impresionarnos con la forma en que la casa está integrada en su entorno e incluso descubrir algunos conflictos y problemas que surgieron entre la mujer que hizo el encargo y el propio autor de la magnífica obra proyectada y construida entre 1946 y 1950.
Fue un colofón ideal para un viaje en el que nos abrimos a unos Estados Unidos diferentes a lo que conocíamos hasta el momento. Atravesando las carreteras de varios estados del Medio Oeste, como si fuéramos Chris McCandless dirigiéndonos "Hacia rutas salvajes", entendimos mejor la forma de vida y el carácter de los habitantes de esta zona, llena de preciosos espacios naturales, ciudades fascinantes, pequeñas poblaciones que enamoran y, por encima de todo, un patrimonio arquitectónico que merece mucho la pena ser visitado.
En el siguiente mapa os dejamos los puntos de mayor interés que encontramos en nuestra ruta en coche de 6 días por el Medio Oeste americano. Y es que hay un montón de cosas que ver y hacer en esta desconocida zona de los Estados Unidos de América.
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