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Buscando raíces familiares en Bristol, Bath y Cotswolds

Actualizado: 2 jun 2020

La visita a Bristol llevaba pendiente en la lista de viajes durante muchos años. ¿Por qué? Resulta que los orígenes de parte de mi familia están en esta ciudad del suroeste de Inglaterra, la undécima más importante de Reino Unido. Como bien se explica el el libro "La muerte del inglés", los Fink dejaron Bristol a mediados del siglo XIX en busca de oportunidades para trabajar en la incipiente industria metalúrgica, que afloraba en Valencia con el auge de los primeros ferrocarriles.

Birdcage Walk en Bristol
El lúgubre Birdcage Walk, en Bristol

Aprovechamos el viaje para conocer además la vecina Bath y realizar un road trip de 1 día por los pequeños y encantadores pueblecitos de los Montes Costwolds.


Bristol


Nada más dejar las cosas en nuestro céntrico apartamento, salimos a dar un paseo hacia la zona del puerto, donde ya descubrimos lo animada que es esta ciudad. Tras pararnos a ver el Cascade Steps, una escalera por la que cae agua al inicio del canal, nos sentamos en uno de los bares que lo bordea para tomar unas cervezas del clásico estilo Bitter.


Nuestro camino siguió por la Millenium Square, un plaza llena de estatuas y espejos que nos invitó a dirigirnos al Millenium Promenade, hasta un embarcadero desde el que teníamos una bonita vista de las colinas que rodean la urbe, llenas de pequeñas casas de distintos colores. Cenamos muy a gusto en un céntrico restaurante llamado Riverstation y nos retiramos a descansar tras pasar por la histórica calle Christmas Steps, imaginándonos a los antiguos Fink volviendo de sus puestos de trabajo recorriendo las más renombradas calles de Bristol.

Catedral de Bristol
Catedral de Bristol

A la mañana siguiente iniciamos el día visitando las Iglesias de St. Philip & St. Jacob, donde fueron bautizados algunos de nuestros antepasados, St. Mary Radcliffe y la Catedral de Bristol. Esta última nos llamó la atención especialmente por los jardines que conforman el entorno del edificio. Caminando por la zona del ayuntamiento hacia la universidad vimos las primeras expresiones artísticas del famoso artista callejero Banksy, nacido allí.


La zona universitaria nos sorprendió por los espacios abiertos que forman parte del complejo. Nos detuvimos especialmente en un curioso parque con sillas giratorias, donde hicimos una pequeña pausa para coger fuerzas antes de buscar un lugar donde comer.


Con las energías cargadas, continuamos la ruta hacia Regent's Street, donde llegó el momento de imitar una de las costumbres más arraigadas de nuestros antepasados ingleses, y tomar el clásico té de media tarde, acompañado de unas deliciosas tartas, en un lugar con mucho encanto llamado Anna Cake Couture, posiblemente uno de los mejores lugares donde tomar el té en Bristol. Pero previamente cruzamos el Birdcage Walk, un lugar con un aire tenebroso, rodeado de tumbas y árboles que forman un oscuro túnel de punta a punta del parque que divide en dos mitades.

El Clifton Suspension Bridge, en Bristol
El Clifton Suspension Bridge, en Bristol

Cerca de allí teníamos Arcade Street, un pasaje lleno de tiendas artesanales, donde nos entretuvimos unos minutos antes de acudir al principal punto de interés de la ciudad de Bristol, el Clifton Suspension Bridge. Este puente colgante del año 1864 tiene una ubicación privilegiada sobre el río Avon. Especialmente espectacular es la vista al puente desde el Clifton Observatory, con las verdes colinas que rodean a la ciudad de fondo.


Tras dedicar un buen rato a la contemplación del paisaje, regresamos caminando hacia el centro, aprovechando para cruzar el parque Brandon Hill, en cuya parte más alta se encuentra la Cabot Tower, con su estrecha escalera, que hizo que tuviéramos que hacer algunos malabarismos para poder continuar hacia arriba cuando nos cruzábamos con alguien que iba en la dirección opuesta. El empeño valió la pena por las vistas a todo el parque desde lo alto de la torre.


Cotswolds


A la mañana siguiente salimos temprano en dirección a los Cotswolds, una pequeña región por la que hicimos un road trip a través de pintorescos pueblecitos típicos y localizaciones cinematográficas de películas como Harry Potter o el Señor de los Anillos.

Vista de Lacock desde la chocolatería CocoChemistry
Vista de Lacock desde la chocolatería CocoChemistry

La primera parada de nuestra ruta en coche fue Lacock, un pueblo famoso por la abadía que se encuentra en sus afueras. Dimos un agradable paseo y nos detuvimos a comprar chocolate en una tienda llamada CocoChemistry. Todas las casas del pueblo tiene un aire muy rústico y, desde luego, se parecen mucho a la idea que teníamos de estos tradicionales lugares ingleses, donde perfectamente podían acudir nuestros familiares a pasar unos días tranquilos alejados del humo y ruido de la ciudad de principios del siglo XIX.


La siguiente población de nuestro itinerario nos pareció el pueblo más bonito del de los montes Cotswolds. Se llama Castle Combe y apenas tiene una calle que recorre toda la aldea, haciendo una curva que te impide ver el final y que te da la sensación de que lo que vas a descubrir es todavía más bonito que lo que ya estas viendo. Y así es, al fondo de la calle, en un cruce de caminos, se descubre una espectacular estampa de casas de piedra sobre un arroyo que cruza la calzada.

Precioso rincón en Castle Combe
Precioso rincón en Castle Combe

Continuamos hacia Tetbury, donde paramos a comer un delicioso menú en un encantador hotel llamado The Ormond. El menú incluía una crema de zanahoria con cilantro y un roastbeef con patatas y salsa que nos hicieron volver a creer en la gastronomía inglesa. En este pueblo, posiblemente el más importante de la zona, nos cautivó una pequeña calle de escaleras que cruza un parque en los alrededores de Chipping Street.


Seguimos nuestra ruta en Bibury, famoso por su fila de casas en Arlington Row, y Stow-on-the-Wold, con su célebre Iglesia de St. Edwards, cuya puerta con troncos de árbol parece que inspiró algún escenario de El Señor de los Anillos.


Antes de volver a Bristol nos pasamos rápidamente por Chipping Campden, donde vimos las originales casas con tejados de paja. Volvimos al apartamento completamente enamorados de esta región.


Bath


Nuestro último día de viaje lo iniciamos en Bristol visitando el mercado de San Nicolás, donde compramos algunos discos de vinilo, antes de cargar las maletas en el coche y partir hacia Bath.


Allí vivimos uno de los momentos más inesperados del viaje. Fue en un cementerio de Monkton Combe, donde según teníamos entendido había una tumba de uno de nuestros antepasados. Cuando llegamos allí nos encontramos con el dilema de como encontrar dicha tumba entre los varios centenares de ellas, todas diferentes, y aparentemente desordenadas. Decidimos dividirnos el cementerio en 5 partes, y que cada uno rastreara una zona. Tras 30 minutos de infructuosa búsqueda, y a punto de abandonar, la casualidad hizo que descubriéramos la anhelada lápida pegada a la iglesia contigua, con la inscripción prácticamente borrada por el paso del tiempo. En ella se hace referencia a "Henry Fink Señor de Valencia" y su mujer Sofia. Habíamos salido exitosos de esta aventura.


Una vez en Bath recorrimos tranquilamente el centro de la ciudad y sus famosos baños. Comimos el típico fish and chips en un restaurante por la zona y cerramos el viaje con un agradable paseo por la orilla del río Avon, haciendo una visita deportiva para ver el estadio del mítico equipo local de rugby. Paramos en la tienda del club para comprar algunos regalos y tomamos de nuevo el coche para salir hacia el aeropuerto.


Una genial escapada en una zona poco turística, pero que guarda suficientes rincones como para descubrir un poco más de las tradiciones inglesas, y, en nuestro caso, para conocer mejor el origen de nuestra familia.

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